El Peñol

El Pueblo Que Se Volvió  Pájaro

Al pueblo de esta historia se lo tragó un dragón, tal como lo profetizó uno de sus párrocos el padre José Dolores Giraldo, pero no fue el típico dragón de los cuentos de fábula que arrojan fuego y son dueños de las llamas más incandescentes, a este pueblo se lo devoró un dragón de agua, un dragón que vino bajo el pretexto de modernismo y progreso a engullir una población con una cultura y tradición ya establecidas, y con una historia de vida de más de 246 años.
Esta es la historia del peñol, un pueblo que fue sacrificado para abastecer la demanda energética de una nación creciente que buscaba  desesperada los medios para alimentar día a día su expansión inminente. El peñol tuvo su fundación hacia el año 1714 y creció poco a poco como un tranquilo poblado colonial que basó gran parte de su economía en la agricultura, esta tierra vio pasar a grandes próceres de la patria tal como el joven pero valiente José María Córdoba, era un poblado entregado totalmente a la ardiente fé de sus creencias religiosas y todo transcurrió con calma hasta la entrada del siglo XX, la entrada de este siglo aturdió no solo a este pueblo, sino a todo colombia, las máquinas habían llegado estruendosas a cambiar la rutina de la vida de las gentes de esta nación, había llegado la era moderna que aseguraba progreso. Aunque no del todo ni inmediatamente, paulatinamente se fueron cambiando los azadones y palas por tuercas, bielas, vapor, pistones, carbón y toda la indumentaria que exigiera este nuevo monstruo hambriento que revolucionaria a la  nación y al mundo.
El acecho comenzó hacia finales de los años 50's del siglo XX, cuando los dirigentes del país vieron en donde estaba ubicado el peñol, una zona apta para la producción de energía para el país, pero para lograr esto, debían inundar aquel antiguo poblado, y sin mucha reflexión en el asunto tomaron la decisión, y el dragón de agua inició su primer vuelo merodeando aquel pueblecito, las gentes ante la amenaza del dragón que cada vez  veían más cerca, y las órdenes del estado, comenzaron un éxodo masivo, y parecía que allí todo acabaría, que ese sería el fin, que el peñol, moriría entre las fauces de la bestia, pero no fue así.
Es aquí donde surge otro ser, el fénix que también puede volar porque es ave,  que nace del fuego, y tiene la valentía y vigor suficientes para enfrentar la destrucción que arrastraban el dragón y el progreso, pero que por sobre todo, podía renacer, y en esto fue en lo que se transformó el peñol, en un ser que resurgió cuando todo se creía perdido. El pueblo al ver su casi inminente desaparición, puso en marcha un movimiento social de la mano de la iglesia, que incluyó a todas sus gentes, a todos los que no querían morir, y querían permanecer unidos como el pueblo que siempre fueron y levantaron su voz de protesta,  logrando  así “el contrato maestro” un acuerdo que lograron con el estado para que se les reubicara, ellos no querían quedar en el olvido, ellos querían un resurgir, y fue así como a este fénix, renacido de  las cenizas de la desesperanza y resignación se le dio un nuevo hogar entre las montañas, a unos 4 kilómetros del lugar que verían ahogarse poco a poco, del lugar que a muchos vio nacer y guardaría bajo sus aguas los pasos de los chiquillos que jugaron en sus calles, los aromas a café que recorrieron el pueblo a las 5 de la  tarde, los amores a escondidas, los fantasmas, los besos sinceros, los rosarios y todo lo que haga a un pueblo, un  pueblo, todo se lo tragaría el lodo, el agua, y los haría recuerdos, recuerdos que aún hoy, más de 30  años después, siguen sacando nostálgicas lágrimas  no solo  a quienes lo vivieron, sino también a todo el que llegue al nuevo pueblo del fénix y escuche su historia.
El pueblo del fénix se apropió tanto de su historia, e identidad, que en  su nuevo asentamiento se pueden leer multitud de manifestaciones que dan cuenta de ello, desde un museo histórico,  pasando  por un cristo hecho de las herramientas de sus campesinos,  una mujer fénix, e incluso una pequeña plaza a escala fiel a la original, nos muestran el compromiso del  peñol con su pasado sin quitar la vista al futuro, pues ante todo, es lo que aprendió el pueblo, a continuar, a no dejarse derribar  y con la vista en alto, seguir con esta historia que aún no acaba, la historia de un pueblo que pasó por dos escenarios, dos lugares diferentes, pero sigue siendo el mismo pueblo, de gentes cálidas, dispuestas a recibir el viajero y narrarles de su resurgir, con  las historias que ni el agua cubrió, que ni el agua lavó.

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